Breve reseña histórica de la Asociación de Kinesiólogos de Entre Ríos
Por Edgardo Guzmán
Al comenzar el año 1970, un total de ocho kinesiólogos ejercíamos la profesión en la ciudad de Paraná, y los restantes catorce estaban diseminados en toda la provincia.
Imaginemos por un instante el momento en que arribamos a esta ciudad capital; y vayamos unos pocos años atrás (1965), cuando un colega llegaba desde Córdoba, y poco antes otra arribaba a Nogoyá.
Fue una hermosa experiencia encontrarse de pronto con un título profesional en una tierra que ofrecía muchas oportunidades de trabajo.
Circunscribiéndonos por un instante a Paraná estábamos nosotros, ocho individualidades frente a una comunidad que en muchos casos desconocía nuestra existencia y la amplia gama de conocimientos con que contábamos para abordar un sinfín de patologías; y lo propio seguramente ocurrió con los otros catorce colegas.
Individualidades instalando consultorios, recorriendo clínicas y sanatorios, conociendo médicos, dando los primeros pasos para afianzarnos en lo personal, a la vez que hacer docencia y dar a conocer los alcances de la noble profesión que habíamos abrazado.
Estábamos solos, hacíamos nuestro trabajo, percibíamos los honorarios directamente de los pacientes o bien los conveníamos con las incipientes y escasas mutuales (ese nombre tenían las obras sociales de hoy) que por aquel entonces comenzaban a formarse.
Todos y cada uno de nosotros le ponía el valor a la sesión, además de pactar el plazo de pago con las mutuales.
Así era el panorama en las postrimerías de la década del 60 y apenas iniciada la del 70.
Virginia Lastra, una colega que residió muy poco tiempo en Paraná fue quien un día, durante una reunión de amigos pronunció una frase que significó la piedra basal: “¿Por qué no nos juntamos y formamos un Círculo?”
Y así comenzó a gestarse la Asociación de Kinesiólogos de Entre Ríos, contando de entrada con un incalculable capital, lo suficientemente grande para comenzar la obra: el capital humano.
Trabajamos incansablemente, impregnados de un contagioso entusiasmo y deseos de ver la obra concluida. ¿Concluida? Ni por asomo se nos pasó por la mente que eso era solamente el comienzo.
Innumerables e interminables reuniones dieron forma al Estatuto de esta pujante entidad civil que en 1974 obtuvo su Personería Jurídica, constituyéndose en la Asociación de Kinesiólogos de Entre Ríos.
Así transcurrieron siete años, en un muy pequeño salón al comienzo y en otro apenas un poco más grande después (ambos alquilados), forjando día a día nuestra inserción en la sociedad.
Por aquel entonces la facturación de las órdenes de obras sociales se hacía en una máquina de escribir, teniendo al lado una calculadora.
En los primeros meses del año 1981 pudimos dar un gran salto cuando adquirimos la tan ansiada Sede Propia, la casa de calle Libertad 387 que hoy recibe a todos los asociados.
Este sueño se hizo realidad gracias a que en una asamblea general de un tiempo antes se aprobó por unanimidad descontar el 1% de los honorarios para ese fin.
Poco después encomendamos el proceso de facturación al Círculo Médico de Diamante, la única entidad que contaba con una gigantesca computadora que ocupaba dos habitaciones; sí, leyeron bien, dos habitaciones.
Era para el asombro ver en menos de 48 horas los largos listados prolijamente confeccionados que nos entregaba ese centro de cómputos.
Un tiempo después pudimos comprar la primera computadora con la que comenzamos a facturar en casa. Se puede decir que ese fue también un importante salto. ¿Saben ustedes qué capacidad tenía su disco rígido? 5 (cinco) Megabytes. Comparado con la era actual aquello suena a broma, pero qué importantes nos sentíamos.
Un tiempo después se adquirió la propiedad de calle Paraguay 288, cuyo fondo se conectaba con la sede principal. Durante varios años se utilizó para el dictado de cursos, el desarrollo de asambleas, incluso para dar alojamiento a colegas de otros puntos de la provincia que debían concurrir a Paraná por diversos motivos.
Y así pasaron varios años y poco a poco la Institución fue creciendo y consolidándose. Los colegas muy jóvenes y otros menos jóvenes posiblemente piensan que lo que ven siempre estuvo. Pero este breve relato puede ayudarlos a comprender que lo que está no nació por generación espontánea.
Todo lo que tenemos es el fruto del esfuerzo permanente de las sucesivas comisiones directivas que han trabajado con pasión y entrega para impulsar nuestra Institución a un futuro de grandeza.
He dejado casi para el final un especial capítulo para referirme a la magnífica obra que está próxima a concluirse. La propiedad de calle Paraguay fue demolida totalmente, y en su lugar se erige un imponente salón de actos, y dos pisos de confortables habitaciones para alojamiento de colegas.
Y ya concluyendo esta breve síntesis de la historia de nuestra querida Asociación, siento la necesidad de hacer un llamado a continuar este viaje al futuro todos juntos, sin mezquindad, porque así comenzó a latir la Kinesiología entrerriana hace 45 años, con 22 corazones que tuvimos muy en claro que haciendo fuerza para un mismo lado sería imposible escindirnos.